Historia

En 1954, Heraclio Zamphiropolos Torres inició este sueño junto a su esposa Edeltraut Behmack –inmigrante judío alemana– en un garaje alquilado sobre la calle Luis Alberto de Herrera, en la ciudad de Asunción, capital de la República del Paraguay.
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En poco tiempo nos convertimos en una de las imprentas de mayor prestigio y solvencia en el mercado, acompañando el crecimiento de la industria paraguaya. Fue gracias a un préstamo local con financiamiento del gobierno alemán –atado a la compra de máquinas impresoras alemanas–, que Zamphiropolos pudo acceder a la última tecnología del momento (1965) y así dar un salto en términos de capacidad productiva.
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Así fuimos aprendiendo el camino de la innovación, creciendo en infraestructura y capacidad humana, introduciendo sistemas de trabajo inteligente, incursionando en el área de tecnología; en otras palabras dándonos cuenta de la necesidad de reinventarnos permanentemente.
Fuimos la primera empresa con la certificación ISO 9001 en Paraguay (2008).

Aún así las fallas no cesaron y nuestro compromiso con la calidad hacía que frecuentemente activemos nuestra garantía de servicio y productos; cualquier queja del cliente fue y sigue siendo inmediatamente reconocida y atendida. Esta circunstancia nos llevó a preguntarnos si tal vez había algo que no estábamos teniendo en cuenta, pues los procesos estaban claros y sus responsables definidos en los instructivos de trabajo; y fue así como empezamos a sospechar, que nuestra forma de gestionar nuestra organización no era una orientada a las personas sino más bien a los procesos.

Fueron años de reflexionarse desde arriba del organigrama, desde los accionistas y gerentes. Nos dimos cuenta que errar no estaba siendo una cuestión meramente humana. No, más bien hoy creemos que tener miedo a preguntar, o vergüenza de lo que los demás pueden pensar de nosotros es lo humano en nosotros; sentimientos que nos llevan a fracasar, a quedarnos quietos. Estos son los motivos que bloquean todo tipo de nuevas posibilidades para evitar fallas, errores, confusiones innecesarias en los procesos productivos.

En Zamphiropolos aprendimos que las personas también hacemos lo que sentimos y no solamente lo que decimos o escribimos. Este es uno de los motivos por el cual hoy reconocemos el tremendo valor de las relaciones dentro de nuestros sistemas de trabajo diario; cómo primero nos relacionamos y luego haremos o no cosas para los demás.